Asesinato en el Expreso de Oriente


Mientras las labores diplomáticas de Olivier Reinhardt en Sharn para disminuir la fricción política entre Thrane y Breland se veían reforzadas con la devolución por parte de Adquisiciones Rapelje del misterioso Couatl de Cristal, los Recuperadores tenían entre manos un asunto pendiente esperándolos en su cuartel general. Una misiva anónima aseguraba que su autor tenía pruebas sobre la responsabilidad de lord ir´Roukern en el intento de robo de la Pluma del Ángel y la posterior emboscada a su hijo para hacerlo parecer culpable. La carta indicaba además que las pruebas serían entregadas sólo a alguno de los Recuperadores presentes en dicha ocasión y a bordo del Expreso de Oriente.

El primer problema era el paso por Thrane, territorio por el que pasa el Expreso. El segundo era que los únicos recuperadores presentes que siguen formando parte del grupo son Amadeus Wolfgang y Tanya Denari, por lo que los demás formarían una suerte de "equipo de respaldo".

Afortunadamente para todos, el autor de la carta reconoció a ambos a bordo, y los guió hacia el vagón económico, donde había escondido las pruebas. Sin embargo, no todo sería tan fácil, pues los otros pudieron notar que habían otros interesados en el intercambio. Otros que, para empeorar la situación, podían hacerse pasar por otras personas.

Al notarse mutuamente, la pelea empezó. Los pasajeron procuraban alejarse del centro del carro, pues Tanya ya había sacado su arco. La oscura magia de Wolfgang rodaba a su alrededor, y ante la amenaza, los intrusos rodearon rápidamente al testigo. Uno de ellos lo agarrotó, obligándolo a entregarle las pruebas mientras tomaba su forma para confundir a nuestros héroes. Otro de ellos, tomando las pruebas, salió por la parte posterior del carro, lanzando una señal, aparentemente anunciando su éxito y esperando su recojo. Mientras Alapar defendía a los otros miembros del grupo, Alquimio se lanzó en persecución del asesino, lo que lo llevó al mismo techo del Expreso.

Cuidando bien el equilibrio, Alquimio pronto notaría por qué su idea no había resultado muy buena: los arcos elementales se sucedían unos a otros en una mortal danza que los obligaba a mantener un seguro equilibrio para evitar una muerte igual de segura. Lo que sucedió en esos instantes sólo fue atestiguado por el mismo Batros, que se deshizo del enemigo precisamente con la ayuda de los arcos elementales.

No obstante, las cosas abajo en el vagón no eran esperanzadoras. Si bien se las habían arreglado para acorralar al otro asesino, éste había destruido las pruebas encendiéndolas en fuego. Tras eliminar la amenaza, los Recuperadores se quedaron con las manos vacías, sin poder demostrar la culpabilidad de Lord ir´Roukern.

Sólo faltaría regresar a Sharn y hacer frente a la crisis ocasionada durante su estadía en Xen´drik...


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