Momentos antes de la medianoche del Bisur de Sypheros, en el año 998 YK, las nubes empezaron a comportarse de una manera extraña justo encima del Cabo Lejano. La prisión de Dreadhold ya no tenía luces prendidas, a excepción de las linternas de la guardia. El viento arreciaba, y el cielo, encapotado y gris, amenazaba con dejar libre una tormenta como pocas se veían a mediados del otoño en los Principados Lhazaar. Quizás por eso el caos que se despertó justo a la medianoche no sorprendió a los guardias del todo.
Las más extrañas criaturas aparecían y desaparecían en el aire. La oscuridad parecía querer ayudarles, y las sombras no se correspondían con nada de lo que había alrededor. Era casi como si la oscuridad fuera una característica más de esos monstruos, que seguían yendo y viniendo al azar. Los guardias Deneith estacionados en Dreadhold empezaron a entrar en pánico. Habían sido entrenados para no ceder al miedo, pero esto estaba más allá de lo razonable.
Ninguno de los priosioneros desperdició la oportunidad cuando la estructura colapsaba a su alrededor. Qué era lo que pasaba nadie lo sabía, pero sea lo que sea, debilitaba columnas y hacía caer puertas sin necesidad de llaves, así que pocos hacían preguntas. Para cuando llegaron al centro de la fortaleza desde sus celdas, pudieron ver una extraña formación nubosa que parecía esperarlos. Un individuo estaba a punto de pasar por ella cuando se dio cuenta que habían más tras él, pero no se detuvo, sino que se limitó a proporcionarles una ligera y sarcástica sonrisa. Los prófugos vieron desaparecer la sombra ante ellos, y no sabían exactamente qué hacer. Todo parecía tratarse de una elaborada fuga masiva de la que se habían beneficiado indirectamente. Se miraron los unos a los otros, preguntándose si el hecho de que se encontraran todos en la misma situación significaría algo… Después de todo, habían compartido el área de menor seguridad en la prisión. Quizás… quizás todos ellos tenían algo en común. Cada uno se preguntó inmediatamente si sería posible que las personas que estaba mirando fueran inocentes.
